What's WAM?
 
CONTRIBUTIONS: Fredy Massad y Alicia G.Yeste

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RESUMEN


AUTORES

FREDY MASSAD y ALICIA G.YESTE establecieron BtbW? en 1996. Su trabajo se basa en reflexionar sobre la arquitectura.
Toman la arquitectura como un objeto desde el que comprobar cómo se materializa el cambio en este tiempo.
Sin esperar conclusiones, sino para abrir el campo donde dialogar.Intentan que su reflexión parta de ideas que procedan de la imaginación y de la percepción/consciencia de la realidad. Les interesa conocer el proceso mediante el que los individuos reciben ideas y cómo utilizan el lenguaje. Intuir cuál es la estructura mental detrás de una forma.
Su intención es la la de desarrollar ideas que hablen de alguna parte del tiempo y el lugar. Captar un momento del flujo, intentar comprenderlo y admitir su masiva complejidad.


 
NOTAS SOBRE CIUDADES (MUTANTES)
by Fredy Massad y Alicia G.Yeste


...pero tal vez todos esos argumentos son al fin y al cabo meras racionalizaciones para el primitivo hecho de que simplemente nos gusta el asfalto, el tráfico, el neón, las multitudes, la tensión...

Rem Koolhaas, The terrifying Beauty of the XXth Century

Siempre estamos buscando definir términos. El problema se presenta cuando no hay palabras para definir nuevas situaciones (la solución quizás sea inventar nuevos términos). Intentamos así catalogar y racionalizar lo que está regido por el azar, por la alquimia y la mixtura sin control de lo mágico, que parte de la conceptualización de la ruina de una civilización que vive intentando comprenderse a sí misma con los avances (o retrocesos) que proporciona la ciencia, que hoy nos muestra un amplio abanico de opciones de poder graficar lo antes inexplicable. Todo esto gira entre retrocesos y avances. De cara a encontrar una respuesta para el diseño de un hábitat humano, pensando en edificios y ciudades podemos ver en el resurgimiento de las emociones, las vibraciones y la sugestión que el espacio (vivible) así generado se liqüidifica, provocando una nueva gestación de los iconos de generación que pierde total sentido, complejizándose (o simplificándose) para crear una percepción generada desde el sentir primitivo y que ataque al fondo del espíritu sin por ello obviar los medios que tenemos y el tiempo transcurrido.

Podríamos hablar de una nueva funcionalidad de los espacios, ya que estos dejan de ser una abstracción para pasar a ser reales. La ciudad se construye sobre sus ruinas programáticas, donde lo nuevo convive en tensa inarmonía, desestructurando el conocimiento científico con el que se intentó durante siglos encorsetarlo, en busca del tan preciado y falso confort.


...vivimos en el mito -y realmente creo que fue un mito- de que alguna vez entendimos qué era una ciudad.

Mark Wigley


Si habrá un nuevo urbanismo, (...) no se ocupará más de la definición meticulosa, de la imposición de límites, sino de descubrir híbridos innombrables.

Rem Koolhaas, What ever happened to Urbanism?

La Razón humana es la que ha intentado unificar apolíneamente el Caos a lo largo de la Historia, tendiendo hacia la claridad y la forma: asociando Virtud y Belleza con Orden, atribuyendo a todas las cosas naturales un orden regente interno (aunque fuese mínimo) que controlase su vitalidad inestable. La Razón humana ha perseguido alcanzar para sí misma ese orden apolíneo con el que interpretaba, diseñaba y controlaba su entorno, renegando del impulso primario en ella e imponiéndose reglas que, aunque la constriñesen poco, no le liberaban totalmente al azar del flujo dionisíaco.

Garantizar el Orden, aunque sea mínimamente, equivale a desear una estabilidad, a ralentizar el desarrollo, fijarlo en una base y determinar su progreso. Liberar al Caos permite no coartar el desarrollo, le permite ser tan rápido o tan lento como sea necesario y absolutamente libre. Permite que las cosas se comporten como un gran animal para el que el tiempo transcurre verticalmente, sólo preocupado por asegurar su supervivencia en el presente.

Hoy un ochenta por ciento de la población mundial vive en las ciudades. Este dato (que puede ser exagerado porque parte de una suposición producto de mi percepción del mundo circundante que no me he preocupado de confirmar) con algún dígito de diferencia, no debe distar tanto de la realidad. Indica claramente que el ser humano opta o toma cuando le es posible la decisión de vivir aglutinado con sus congéneres en el más antinatural de los paisajes; pero también y entendiéndose que es una opinión personal, el más humano de todos.


‘La luz moderna de las ciudades, el movimiento en las calle; esos son mis estímulos. Una nueva belleza cubre la tierra...’

Kirchner, 1931

Toda mi vida ha transcurrido en ciudades.


Horriblemente me habitué a ese dudoso mundo;consideré increible que pudiera existir otra cosa que sótanos provistos de nueve puertas y que sótanos largos que se bifurcan. Ignoro el tiempo que debí caminar bajo tierra; sé que alguna vez confundí en la misma nostalgia, la atroz aldea de los bárbaros y mi ciudad natal entre racimos

J.L.Borges, El Inmortal


Más que nunca, la ciudad es todo lo que tenemos.

Rem Koolhaas, What ever happened to Urbanism?

En inmensas y caóticas metrópolis. Diariamente me muevo en el interior de ellas. Soy un hombre urbano. La ciudad se despliega ante mí como un laberinto infinito. Mutando (de un modo que podríamos calificar de biológico) en algo deforme, incomprensible. Su forma generadora ha perdido el Orden con el que fue concebidaHemos tratado durante los dos pasados siglos de crear un estado de confort que ha tendido a perder el valor de lo inútil, creando sobre nosotros la necesidad de ser útiles y prósperos, transformando nuestra vida en cárceles del confort, pero con esto hemos perdido la libertad de hacer lugares que provoquen (inestables)

Posiblemente el animal que mayor semejanza guarda con el hombre sea la rata , por la elección que ambos hacen por la vida urbana. Su semejanza y coincidencia en este ámbito artificial, pero tan esencial para la vida de ambos, los hace tornarse en los más terribles enemigos. Probablemente el hombre sólo odie al hombre mismo más que a este mamífero.

No creo en la evolución (por consiguiente, hago caso omiso del conocimiento científico ortodoxo) sino que soy partidario de concebir la Historia como una sucesión de cambios que no han llevado a una vida mejor sino distinta ( un movimiento de acción y reacción que va dejando cambios en el ser humano y la humanidad). No creo en una disciplina de estudio que permita comprender el estado de las cosas, sino en la validez de las metáforas y en la necesidad de crear una serie de interrogantes que ponga en juego una realidad que se autosubordina y se autosubleva contra su propia concepción y se deconstruye (se desarma y reconstruye) en infinidad de fragmentos que configuran realidades distintas como únicos procesos para el conocimiento.

Nos encontramos próximos a finalizar el segundo milenio. Tal vez esto tenga una significación relativa ya que este cambio de milenio puede tratarse sólo de una decisión arbitaria. Qué es lo que realmente diferencia a las metrópolis de fin de milenio (de nuestro tiempo) de las ciudades que hemos conocido a través de los tiempos.Cómo se construyen y mutan estas grandes junglas de contextura cada vez más plasmática. Estudiar sobre los espacios intersticiales generados en el interior de estas células deformes y caóticas, en este interior donde nos encontramos con una alta carga de poesía sensorial; sobre el significado que términos como ‘mutación-transformación’, ‘complejidad’, ‘caos-orden’, ‘emotividad’, ‘estratificación’ e ‘intersticialidad’ adquieren al ser aplicados al lenguaje arquitectónico y a la ciudad.


El ser humano encierra múltiples posibilidades. Examinemos a un hombre con detenimiento y veremos que lo habitan montones de ideas y reacciones que se contradicen (...).Reconocer que cambiamos constantemente, que nos mueve una especie de corriente, de flujo de emociones y de pensamientos.

Paul Auster, Leviatán


El hombre es el destructor de la Naturaleza por la necesidad de crear un ambiente propio regido por las leyes que según su propia Razón se ha dictado para protegerse de la vibrante inestabilidad de las fuerzas naturales, a las que es incapaz de dominar. Por eso, la ciudad es el lugar óptimo para él puesto que le proporciona cobijo y seguridad. Las ciudades no son sólo refugios que permitieron al hombre poseer un entorno que le garantizase la supervivencia frente a la Naturaleza, sino que también son los escenarios sobre los que el hombre ha sublimado su capacidad racional durante siglos, conformando su habitat concebido según leyes artificiales ( por esencia contrarias al principio caótico originario del que él surge, porque no le conciben como un ser natural, que como tal no admite dominio).


‘¿Cómo se pretende ordenar el caos que constituye esta infinita informe variación: el hombre? El principio:’ama a tu prójimo’ es un hipocresía. ‘Conócete’ es una utopía, pero más aceptable pues cabe en ella la maldad.

Tristan Tzara, Manifiesto Dadaista


El hombre se ha sujetado a normas de continuidad histórica, a ideales religiosos o filosóficos, a teorías científicas para desequilibrar su instinto y forzarse a una estabilidad que amputa sus impulsos y le prohibe aceptarse inestable y contradictorio. Así, las ciudades han crecido dependientes del pasado, atando al hombre para que admire y magnifique una gloria de la que hoy sabe que fue un espejismo tan efímero como lo es el proceso vital de cualquier individuo, excepto para sí mismo.
Complejidad y caos son términos con los que definir las grandes ciudades de fin de siglo. No las ciudades-museo, como llamaban los futuristas a las viejas ciudades, sino a las grandes urbes donde viven aunadas las diferentes razas y culturas con un único lazo de unión que les es común: morar bajo un mismo paisaje urbano. Lo que Sant´Elia y Marinetti llamaron, al soñar con el futuro, nuevas ciudades: islas perdidas, de formas intrincadamente perversas, a lo largo de la geografía de la aldea global de las que ha desaparecido la moral occidental, donde millones de seres apiñados en un mismo paisaje frenético y salvajemente humano han dejado atrás todos sus prejuicios.

(sobre las estructuras)
Las ciudades, necesitan edificarse sobre las ruinas de lo ya existente, sin la necesidad de una interrupción del proceso histórico. Simplemente debe interferirse en la creación de una estructura sirviente, no ya en el sentido clásico bidimensional, sino navegando en un espacio multidimensional y topológico en el cual debemos actuar como en un organismo celular armónico y deforme que se autogenera y sobre el cual haremos pequeñas intervenciones mínimas para su funcionamiento.

(sobre los espacios intersticiales)
Los elementos arquitectónicos (edificios, etc.) empiezan a sugerir su forma tortuosa, sexual, infectada, donde se inscribe una nueva función, donde se prioriza lo sensorial, el ataque a los sentidos, los cruces que desorientan. Estas piezas así conformadas conviven con lo ya existente creando en la urbe espacios complejos (sin interés productivo) pero de una belleza inarmónica y sugerente.Porque hablamos de las necesidades naturales de lo artificial, del surgimiento de gemas de hormigón, vidrio y materia líquida que conforman un conglomerado inarmónico en la ciudad mutante y plasmática sin la rigidez del rigor mortis clásico. No siendo apocalípticos sino intentando rescatar lo posible y trabajar sobre la poesía de la destrucción y el caos, teniendo así la posibilidad de ser expresivos, de dejar atrás el conocimiento pseudo-teórico sino que haciendo funcionar la realidad que se muestra ante nosotros tomando las técnicas que beneficien la generación de un landscape provocador y conflictivo (si es que éste ya no existe) que se recubre de luz y frenesí.

Soy un flâneur que atraviesa este paisaje. Sus coordenadas despistan y emocionan.La ciudad se abre ante mí como un organismo que podría pensarse conformado por laberintos, babélicas torres y ágoras informes: un organismo viviente en el cual todas las partes están entrelazadas conformando un Todo vital cuya forma se encuentra infectada y en constante mutación. Los conectores no son posibles de aislar de los espacios conectados, todo se desarrolla dentro de esta masa informe. Los laberintos (conectores) ya no son biplanares ni circulares sino que se trata de un laberinto multidimensional que puede ser recorrido en cualquier dirección ( ascender como por dentro de una torre; descender; sin entrada ni salida) que se encuentra en constante transformación.

En una misma ciudad podemos encontrar infinidad de ciudades (lecturas), porque ésta se estratifica en infinidad de capas (como un libro cuyas hojas se subdividen constantemente y su lectura se hace interminable). Esto nos maravilla y hace que el hombre urbano obtenga diferentes visiones de un mundo complejo y articulado-desarticulado.


Este palacio es fábrica de los dioses (...). Los dioses que lo edificaron han muerto. Noté sus peculiaridades y dije:’Los dioses que lo edificaron están locos’.

J.L.Borges, El Inmortal


Tal vez estamos presenciando la construcción de una cultura de comportamientos primitivos a la que se le hace necesario un nuevo ámbito donde desarrollarse. Se ha llegado al fin de la concepción dimensional del mundo percibido desde uno solo de sus lados (el de Occidente). Por eso, estas metrópolis, dispersas a través de la geografía del planeta, multiétnicas y cosmopolitas, dejan atrás esa noción del mundo visto a través de una de sus caras, volviéndolo polifacético, produciéndose de esta manera una experiencia que no tiene parangón en la Historia. Armonia ya no es sinónimo de Belleza.


Un arte viviente no efectúa distinciones entre bello y feo porque no impone normas estéticas.

Constant Niewenhuys, Manifiesto del Grupo Cobra, 1948


Así emergen estos ámbitos acordes a las necesidades de esta mutación. No es necesaria la creación de nuevos entornos para este desarrollo. Las grandes urbes de fin de siglo ya no necesitan la mano de los urbanistas sino que son la metamorfosis de las ciudades existentes degenerándose y autotransformándose y generando en sus espacios intersticiales una nueva dimensión.


Los profesionales de la ciudad son como jugadores de ajedrez que pierden cuando juegan contra una computadora.

Rem Koolhaas, What ever happened to Urbanism?


Los pensamientos de los urbanistas sobre un mundo ordenadamente artificial chocan en estas junglas de neón con la orgiástica poesia del Caos.

La ciudad finisecular no ha hecho realidad los sueños industriales y maquinistas de Fritz Lang ni tampoco el urbanismo positivista y puritano de Le Corbusier, sino que las metrópolis han tensado la cuerda hasta el límite. Son deformes y en ellas los edificios compiten, se construyen y colapsan entre sí, evolucionando sin reglas. Es en estas megalópolis donde vemos naufragar siglos de planificación urbana; no son líneas trazadas autoritariamente sino las dimensiones del alma del desgarro del fin de milenio, de la velocidad, del desorden sin Belleza, donde todo es sensación, tensión y descontrol.

Las ciudades modernas se autoconstruyen independizándose de las reglas con las que el hombre intentó planificarlas. Ciudades infernales, pero visibles, palpables, faltas de orden, vivas, apropiables, humanas, donde el hombre se encuentra en su habitat, su jungla cibernética, donde son reconocibles los símbolos de su libertad sin ser sorprendido por la concepción fascista de las ciudades creadas por las manos de los urbanistas. Ya no necesitan de sus iluminados designios: la planificación urbana es material de museo porque la ciudad se autoconstruye. Los espacios mutantes son símbolos del resquebrajamiento de una cultura que se libera de los tabúes de la racionalidad enquilosada en su plenitud y celebra el desorden que empieza a comprenderse como bello y necesario para el Equilibrio.

Una célula amorfa que crece y se autogenera traicionando su ser existencial, por eso podría afirmarse que si la ciudad contemporánea es caótica, la ciudad del futuro tendrá una biología animal de crecimiento y será dueña de sus propias determinaciones

En estas babeles, se mezclan y coexisten sin conflicto alguno cientos de razas y culturas en las que el individuo forma parte de un microcosmos con su propia estructura de reglas y jerarquias. La multiplicidad de microcosmos y la ausencia de un criterio unificador de éstos da lugar a un desorden que se refleja en el crecimiento y planteamiento de una ciudad dividida en espacios ocupados por comunidades con una identidad propia que perciben la ciudad de forma particular.

Walter Gropius escribió en Apollo in der Demokratie: las ciudades no manan pura y genuinamente de la mano del arquitecto o planificador, se forman a través de los accidentes imprevistos producto de su tensión encendida, con sus consecuencias imprevisibles. Ninguna ciudad resulta tan fascinante y hermosa como aquélla donde la arquitectura se mantiene viva en constante nacimiento.

New York is in love
With her big green eyes
And her long long hair
(...)With the way she talks
And the way she walks

David Bowie, New York´s in love
You think you´re mad
Too unstable

Pet Shop Boys, West End Girl

La ciudad viva es lírica, implacablemente lírica: constantemente provoca shocks emotivos y masivamente intensos, brutales, descargados con la misma potencia que un trueno.

Dos aspectos definen la ciudad: su ficisidad y su metaficisidad. Su ficisidad: su marco físico, sus sistemas de servicio planificados por arquitectos y urbanistas, impostado sobre estructuras primigenias que han evolucionado en función de parámetros tangibles (economía, demografía...). Su metaficisidad: su carácter específico, conferido por las sucesivas generaciones que en ella han construido su espacio propio y las infinitas percepciones que de ella puede recibir la generación (multidividida, multiestratificada) que la ocupa en tiempo presente: aquello que logra mantenerla en un constante proceso de nacimiento que suponga una reinoculación incesante de energia extática similar a la que exuda el deseo de sexo o de una energía autoprotectora que libere de una insufrible estrangulación -aquello que atrapa a la generación de la Edad Contemporánea, incapaz de concebir otro entorno en el que gestarse (¿y morir?).

Las grandes metrópolis se encuentran en constante mutación (deformándose, degenerándose) ( Una mutación es un proceso biológico jamás sujeto a los parámetros de lo previsible. Para que se produzca una mutación es preciso un nacimiento; la ciudad se encuentra entonces en un constante proceso de generación). Su comportamiento produce en el hombre urbano un sentimiento de confusión que genera vértigo en él. Las ciudades de fin de siglo, como una gran masa líquida, toman la forma que ellas mismas deciden exhibir (se autoregeneran). Esto genera una situación caótica que se extiende sobre todo su espacio dimensional. Las ciudades ya no pueden leerse bidimensionalmente sino que toman las dimensiones espacio-temporales. Son deconstruidas, por eso generan desconcierto.

La ciudad no es inerte, se rebela dentro de sus límites como una metamorfosis de la Naturaleza. Es la Naturaleza de una civilización para la que Dios no existe, desconocedora del concepto ‘panteismo’.


‘Yo quiero un sitio para mi propio desconcierto y mis contradicciones, y para mi deseo de hacer algo significativo con mi vida’

Bono

La ciudad es aprehendible esencialmente mediante procesos sensoriales. El individuo implica sus sentidos para percibirla en todos sus matices: ver su forma, conocer su olor y su sonido y conformar (integrando las impresiones percibidas) una identidad de la ciudad, la que él percibe.

Esta ciudad se subleva contra el conocimiento, pervirtiendo la lógica con la que fue diseñada y autogenerándose en infinidad de arterias, de la que se torna casi imposible escapar, porque su forma cambia constantemente, se fracciona en múltiples estamentos haciéndose así inabarcable en su totalidad para nuestros ojos (sentidos).

Me bajo antes de llegar a Times Square y deambulo como un flâneur por las calles que me llevan hasta ella. Como en la comedia dantesca, el espacio abierto se estratifica en este lugar generando distintos puntos perceptivos, desde el mismo interior de la tierra a las alturas.

Times Square: La plaza es el primer entorno comunitario creado por el hombre. La finalidad inicial de éste era ser un conjunto en el que se aglutinasen edificaciones ritualizadoras de cualquier aspecto trascendente o intrascendente de la vida pública.

Times Square es el punto donde New York desborda su tensión. El corazón comprimido de una metrópolis que crece en todos los sentidos posibles, que estalla en todas sus dimensiones y que desde este punto irradia el flujo a todo el resto de la ciudad.

Times Square y su entorno son el símbolo de una ciudad que se rebela contra las propias leyes con las que fue generada (espacio mutante), donde las moles de cemento luchan por llegar cada vez más alto y por triunfar la una frente a la otra, vistiéndose con sus seductores disfraces de luces y generando un lugar único, pero a la vez de carácter universal que nos recuerda a las otras grandes urbes de fin de milenio, que se sublevan al puritanismo chauvinista con el que quisieron vestirla los urbanistas.

La función de Times Square es la de ser un centro social convergente y divergente, pero para ella el significado de plaza ha cambiado porque el sentido tradicional de comunidad cívica ha variado: es el lugar en el que se genera la idiosincrasia de esta metrópolis que en su pluralidad representa la síntesis global y esencial del tiempo en que estamos viviendo. La unificación se produce en un entorno físico caótico porque no existe un criterio unificador abstracto que dicte las reglas para una convivencia homogénea.

Las metrópolis se desnudan y nos muestran que el espacio generado en su interior, a raíz de estas transformaciones, que es amorfo y carente de toda belleza (no ya el espacio euclediano que pensaron los urbanistas) pero harto sugestivo, donde la tensión que en éste se percibe nos induce a un estado de éxtasis. Todo esto pasa por mi mente mientras veo surcar frente a mí a hombres venidos de todas partes del planeta y, de noche, con mis sentidos alerta, percibo sobre mí una espesa luz que no procede de las estrellas sino del cuarzo de los anuncios publicitarios. Es como estar dentro de una inmensa discoteca: la sangre corre a otro ritmo, se apodera de Times Square un pathos surgido de la eurítmica confusión final de sentirse seducido, de exaltar la gloria de la civilización de la cibernética, de abandonarse en la incomprensión del Laberinto y de satisfacer los impulsos hedonistas hasta el extremo.
La configuración estética de esa unificación del caos (producto de la libertad de generación de las formas urbanas- libertad de generación de formas existenciales) resulta fascinante a cualquier individuo. Existe una conexión inconsciente entre ese entorno y él. El individuo se siente seducido por ese entorno, forma parte de él y se desplaza instintivamente en su interior porque no implica una involucración espiritual o intelectual profunda con él ni tampoco supone una amenaza: la forma caótica de ese espacio es la que le garantiza completa libertad porque no condiciona la dirección de sus movimientos ni de su mirada; crea en él una masiva sensación de desconcierto pero también de emoción y apasionamiento intenso dentro de un skyline cuya geografía está demarcada por anuncios luminosos que incrementan esa tensión. Las formas afiladas de los edificios se cierran sobre el abra que conforma la plaza seca, es dificil apreciar el cielo, los neones cierran la vista hacia el más allá. Las catedrales ya no son blancas ni son catedrales.

Descreer en las verdades absolutas y poner en crisis la autoría lógica de Occidente nos lanzará a la recuperación de esa metafísica, sin renegar de lo ya existente y absorbiendo los cambios acaecidos en las nuevas metrópolis, porque ellas se construyen sobre lo ya existente.

Tal vez si hubo un dios que pensó en un paraíso, pensó en una metrópolis amorfa, que exudase sexo y llena de gentes de todo el orbe, de vicios (y de preguntas sin respuesta). Un lugar vivo y en tensión constante. Tal vez pensase: ‘Si no va a parecerse al paraiso, entonces que sea el infierno’


Llevame bailando a través del pánico hasta dejarme a salvo.

Leonard Cohen, Dance me to the end of love


Puede que yo quiera escribir, pero no sé a priori cómo escribir. Sé que hay algo ahí por escribir y que es crítico, pero no sé cómo escribirlo hasta después de estar escrito’

Peter Eisenman



Fredy Massad y Alicia G.Yeste






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