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CONTRIBUCIONES: ELENA ROJAS

Este artículo tiene 4813 palabras.
Palabras Clave: Exposiciones Universales. Grimshaw.


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La arquitectura entendida como alarde tecnológico.

El pabellón británico en la EXPO de 1992.
Arquitectos: Nicholas Grimshaw & partners


por Elena Rojas


Las exposiciones universales constituyen el escenario en el que cada país muestra lo mejor de sí mismo. En un principio este tipo de exhibiciones se limitaba a los productos industriales, pero poco a poco los edificios han asumido la misión de representar los logros de su país. Con independencia de lo que se encuentra en el interior, la arquitectura se ha ido convirtiendo en la imagen del progreso de una nación.

El proyecto de un pabellón para cualquier exposición universal supone, en cierto modo, el encargo ideal: es la licencia para el ingenio, la ocasión propicia para un despliegue técnico particular.

El pabellón que Nicholas Grimshaw proyecta como bandera del Reino Unido en la Expo de Sevilla refleja lo que ha sido la gran aportación británica a la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX: la aplicación de la tecnología punta a la construcción y la confianza en los elementos puramente técnicos para dotar a los edificios de una expresividad formal.
Grimshaw pertenece a una "segunda generación" de arquitectos high tech (después de Norman Foster y Richard Rogers) que lucha en su país contra la visión nostálgica fomentada en su día por el príncipe Carlos.
Las peculiaridades de este proyecto en relación al entorno y al uso han sido decisivas en el momento de la elección del tema. La técnica empleada en el Pabellón Británico y la personalidad del autor de la obra han acabado de concretarlo.

Vista aérea del pabellón británico durante el montaje



INTRODUCCION:

En el momento de iniciar un trabajo ayuda mucho justificar con exactitud el uso que hacemos de los términos que vamos a emplear en el mismo. En el titulo he utilizado la palabra alarde.

Quisiera definir esta palabra acudiendo a la autoridad competente. Según el María Moliner la acepción actual del término alarde hace referencia a la "acción de mostrar mucha cantidad de cierta cosa y en forma llamativa" (un alarde de riqueza, un alarde de buen gusto y un alarde de cinismo son los ejemplos).

Sin embargo, otras acepciones más antiguas nos remiten al ámbito militar y jurídico : "Formación militar en que se pasaba revista a los soldados y a sus armas", "Revista de inspección", "Visitas del juez a los presos", "Examen periódico por los tribunales de los asuntos pendientes",...

En cualquier caso en el acto siempre hay alguien que hace inspección, que mira, que pasa revista y por ello se procura presentar el objeto de la mejor manera posible.

Dado el carácter de las últimas Exposiciones Universales se hace patente que en ellas se pasa revista al objeto arquitectónico, se le inspecciona. Por consiguiente el objeto se ve abocado a hacer una exhibición, una demostración.

Sería posible un tipo de comportamiento más discreto, que no haga alarde, que se limite a sugerir ; pero en una muestra de estas características es difícil que un país se sustraiga a la tentación de marcar el énfasis en la exhibición de una tecnología avanzada. Sobre todo cuando el dominio de esta tecnología es sinónimo de poder.
 

Detalles del anclaje de la pared de vidrio.

Cabría la posibilidad de un objeto arquitectónico de tecnología tan avanzada como el que nos ocupa pero que no hiciera alarde de ello, sino que pusiera el acento en otro de sus aspectos.

Venturi en "Aprendiendo de las Vegas" nos hablaba de la arquitectura que no es soporte del anuncio sino que ella misma es el anuncio. En esto se han convertido los pabellones de las actuales exposiciones. En el Pabellón Británico la arquitectura no es cobertura de transmisión de mensaje sino que ella misma es el mensaje, el signo y aquí el signo es la alta tecnología.

El conjunto de operaciones a través de las cuales se construye el objeto arquitectónico es lo que esta arquitectura quiere significar, el mensaje que quiere transmitir ; lo que se exhibe en su interior pasa a un segundo plano.

El hecho de que determinados países (Gran Bretaña, Alemania, EEUU,...) tengan interés en marcar el énfasis en la técnica empleada para la construcción de sus pabellones, de tal manera que quede grabado en la mente del que los observa la unión entre el país en cuestión y el dominio de la alta tecnología, no es un asunto baladí, es un asunto político.

La tecnología, hoy, no es sólo un saber hacer una serie de operaciones altamente cualificadas, es, en determinados aspectos, una ideología. Es decir, se utilizan los logros técnicos, el perfeccionamiento de los mismos, con el fin de establecer jerarquías en la escala de poder. Por tanto, la alta tecnología actúa como una forma material de sugerir quién tiene el poder y quién no.

El high tech es el emblema mismo del poder. En el mundo actual el que dispone de alta tecnología está en primera división en la carrera por el poder de las naciones (recordemos el uso de alta tecnología militar en la pasada Guerra del Golfo, etc.)

Diferentes momentos del montaje de las piezas prefabricadas transportadas desde el Reino Unido.


El pabellón británico es un ejemplo claro de arquitectura entendida como alarde tecnológico. Como ya he dicho el edificio no se limita a ser contenedor de descubrimientos técnicos, sino que él mismo constituye una novedad tecnológica en el campo de la construcción. En realidad es una aportación aséptica desvinculada de toda referencia al entorno y cuya identidad nacional solamente queda reflejada en una gigantesca bandera añadida al edificio.



ENTORNO:

Sevilla es una ciudad extraordinariamente emblemática, muy marcada por sus propias tradiciones. Es ella y su leyenda.

La leyenda de la ciudad es la que determina muchas aspectos de la misma ; concretamente el barrio de Santa Cruz fue el intento decimonónico de plasmar la propia leyenda de Sevilla. Una leyenda fabricada por los viajeros románticos que la visitaban, particularmente ingleses.

Por otra parte el casco viejo de Sevilla conserva la estructura de ciudad renacentista y barroca de cuando fue la gran metrópoli española y una de las principales ciudades de Europa, en la época posterior a los descubrimientos.

Hay que decir que Sevilla tuvo un inmenso, aunque fugaz, esplendor y que entró en una decadencia en barrena (un poco pauta de lo que sucedería en todo el Imperio Español )a partir del s. XVII, viendo diezmada su población a causa de varias epidemias.

Es una ciudad muy colgada en su imaginario general (incluyo aquí la arquitectura) por su historia y que ha resurgido, no por razón de un esplendor económico-político como en el siglo XVI, sino por esa leyenda romántica con evidente connotaciones folclóricas a la que antes hacía referencia.

Por este motivo pienso que han existido grandes dificultades al intentar acometer cualquier intervención urbana y arquitectónica "moderna". Teniendo en cuenta estas características podría parecer prudente y razonable, en un principio, ubicar el recinto de la Exposición Universal de 1992 en un espacio al margen de la ciudad : la isla artificial de la Cartuja.

El carácter insular del emplazamiento hace necesaria la construcción de una serie de puentes que conecten el recinto expositivo con Sevilla ciudad. A pesar de este gran esfuerzo ingenieril la integración actual en la vida urbana (cuatro años después del evento) no se ha conseguido plenamente. La reutilización del legado de la Expo ha sido superior a las previsiones catastróficas que auguraban los sevillanos e inferior a los deseos de las administraciones públicas y las entidades privadas involucradas en el proyecto Cartuja-93, que no acaban de ponerse de acuerdo en materia de competencias. Los puentes de la Cartuja son un espacio de transición entre dos mundos reciprocamente ajenos : Sevilla y su Expo.

Casi nada en la Expo remite a la ciudad que la alberga y se huye deliberadamente de cualquier veleidad regionalista apostando por una estética contemporánea o bien por la vía high tech (como en el caso del pabellón que nos ocupa). El carácter temporal de la mayoría de pabellones y la ubicación marginal del recinto favoreció la despreocupación de los arquitectos por el entorno.

Y es que no se trata de un entorno claro. Lo que tiene de lugar el recinto de la Expo-92 es ser una isla y contener el monasterio de la Cartuja.

Esquema general del conjunto de la Expo-92 y localización del pabellón británico.



El río Guadalquivir pasa junto a la Expo un poco de lado. Como ya he dicho varios puentes saltan el modesto y tranquilo brazo del antiguo cauce, sin caudal desde que la Corta de la Cartuja desvió el río y formó la isla. Pero, a pesar de los esfuerzos iniciales de la ordenación general, la Expo prefiere el agua más domesticada del lago y de las fuentes. Con todo el carácter insular queda desdibujado.

Por otra parte, el monasterio de Santa María de las Cuevas no tiene tamaño para competir con los nuevos pabellones, por lo que se ha preferido aislar en sus propios muros la vieja Cartuja (acompañada únicamente por el nuevo Pabellón del Siglo XV) y disponer a su alrededor un paisaje artificial de cuidada jardinería.

Sin estos dos componentes el recinto pasa de ser lugar a ser un espacio abstracto.

En el espacio abstracto no hay lugares. Los lugares son muchos, plurales, cada uno con su individualidad. Los lugares remiten o bien a un fenómeno natural (una fuente, una montaña, ...) o bien a una singularidad histórica, monumental (una plaza, una iglesia,...). El lugar es un emplazamiento cualificado, característico.

Pero lo que se hace en el recinto de la Expo es generar artificialmente un espacio abstracto en el que los desplazamientos no siguen rutas prefijadas ni por la naturaleza ni por la historia.

Todo lo que se construye en un espacio de estas características puede estar allí o en cualquier otro sitio.

Por lo general al proyecto arquitectónico se le pone a prueba al interrogarle sobre si la construcción es justa y adecuada al lugar, si su carácter se ve modificado con un cambio de emplazamiento.

Pero ?si no hay lugar ?.

Si no hay lugar la solución fácil es hacer un edificio que no pertenece a ningún sitio y que puede estar en todos. Quizá cabría otra solución : la obra podría mostrar una cierta incomodidad, un cierto fracaso en su implantación. No sé, algo que revele lo que está sucediendo, que ponga en evidencia ese no lugar.

En las grandes exposiciones de París, Londres o Chicago en la segunda mitad del siglo XIX, e incluso en otras a principios del siglo XX, se observaba una vocación de mejora y embellecimiento de la ciudad que en la actualidad se añora.

El enfoque efímero de las últimas exposiciones universales condiciona la calidad y significación de su arquitectura. Dentro de la Expo -92 son escasísimos los proyectos que se proponen "hacer ciudad", en el sentido de conformar con su presencia un ámbito urbano permanente, tanto en su propia parcela como en un entorno próximo.



EMPLAZAMIENTO:

La Exposición Universal de Sevilla-92 se desarrolla entre la Cartuja y el lago. A la isla verde que configura el monasterio rodeado de jardines se contrapone el lago azul (único resto de las ambiciones acuáticas del concurso original de ordenación de los terrenos de la Cartuja). Este estanque redondo se constituye como horizonte de todos los recorridos de la feria. El lago es como el corazón vacío de la Expo y separa el barrio internacional del barrio autonómico. El primero tiene forma de ciudad cuadriculada y el segundo de ciudad lineal. En una de las parcelas de esta ciudad cuadriculada se ubica el Pabellón Británico, en el Camino de las Acacias y con perspectiva sobre la importante Avda. de Europa.

Vista aérea del recinto expositivo en obras.


La exagerada acumulación de edificios que se produce en el recinto de la Cartuja, debido a una ordenación a todas luces densificada, provoca un verdadero griterío en el que cada cual parece querer gritar más alto que su vecino, y donde analizar cualquier edificio comporta un importante y necesario esfuerzo de aislamiento de su entorno inmediato. Haciendo este esfuerzo de descontextualización es posible distinguir en el conjunto edificios de algún interés.

La idea de una feria en el verano de Sevilla parece haber hechizado el proyecto (no solo el del pabellón sino el de toda la Expo) y el agua aparece por todas partes. Si hay una obsesión en este proyecto es la del agua, por encima incluso de la de los toldos. Numerosas fuentes, estanques y planos de agua humedecen las avenidas, los jardines e, incluso, los pabellones. Más adelante haré hincapié en este aspecto concreto.



USOS:

La palabra uso es escasa. Más que preguntarse para qué sirve algo tendríamos que preguntarnos acerca de su finalidad. Qué se pretende transmitir mediante esta construcción.

Como ya he dicho el objeto arquitectónico no esta ahí sólo para su uso, es una señal, un signo. El uso lo hace el receptor, el que recibe la señal, el mensaje.

Dado el carácter absolutamente transeúnte, de consumo fácil y de naturaleza gregaria del público que accede a estos pabellones se opta por una pedagogía de choque. No hay grandes miramientos, aunque si es posible que haya grandes dosis de realismo, pues lo que el visitante espera es precisamente eso : una serie de alardes, un encadenamiento de sorpresas.

El carácter masivo de nuestra sociedad (y una previsión de afluencia de 20.000 personas al día) y el consumo mediático determina un tipo de producto y un tipo de mensaje.

Esto mismo impide cualquier comparación con pabellones como el alemán de la Exposición de Barcelona.

El visitante tiene una actitud entre pasiva y pasablemente festiva, sin más exigencia que el encuentro con algún modo de gesticulación que le pueda sorprender. Ante estos comportamientos tipificados se trata de provocar efectos, no muy elaborados en cuanto a contenidos, capaces de satisfacer por su carácter inesperado.
 

Perspectiva del interior del pabellón.

Partiendo de estas premisas podríamos concluir que en el Pabellón Británico este objetivo se consigue, pues ya en la distancia la impresión provocada por su fachada este (la denominada "cascada de cristal") es espectacular.
En cuanto al uso en sentido estricto, el edificio responde a su carácter público con un gran espacio único (gigantesco contenedor de planta poco definida tan grande como la abadía de Westminster). Dentro del mismo se colocan unas plataformas a distintos niveles y unas cápsulas cerradas que corresponden a las salas de proyección.

Los visitantes acceden al edificio por una pasarela que atraviesa la fachada este bajo una enorme e iluminada reproducción de la bandera británica.

 
Planta de acceso (abajo) y planta de exposiciones (arriba)
Se entra en el interior al nivel de la planta primera, a través de un espacio inmenso y luminoso, desde aquí se observan las tres cubiertas autoestables que albergan las principales unidades de exposición debidamente acondicionadas. Las dos cápsulas cerradas con estructura de acero tubular tienen la dimensión aproximada de una pista de tenis y están dispuestas simétricamente (al norte y al sur de los niveles abiertos de cubierta).

Las grandes afluencias de público están controladas durante la espera en una zona donde pueden disfrutar de un programa de espectáculos antes de iniciar la ruta de la exposición. Esta ruta conduce a los visitantes a través de escaleras mecánicas de una sola dirección hacia los dos niveles superiores de "cápsulas" expositivas. El recorrido principal por rampas mecánicas y escaleras ofrece numerosas posibilidades de rutas alternativas, de modo que es posible un recorrido lineal completo pero también detenerse y abandonarlo en cualquier momento (cosa poco usual).
Rampa mecánica que conduce a los visitantes al nivel expositivo.
El final de la ruta sitúa al visitante de nuevo en el nivel de entrada, donde éste puede elegir entre salir del pabellón pasando por el mostrador de información o bajar al nivel de las zonas de cafetería y restaurante situadas en planta baja, al borde de un lago interior con objetos flotantes.

Los VIP's disponen de un acceso privado en la planta baja, pasando por debajo de la lona de la fachada sur se llega a la zona de recepción y desde allí dos ascensores hidráulicos suben a una sala de vidrio situada en la parte superior de la cápsula sur, desde donde se puede disfrutar de una vista espectacular del interior del pabellón y también de una vista panorámica sobre el recinto de la Expo.




TÉCNICA:

En la introducción al tema y en el título del trabajo queda claro el mensaje que se quiere transmitir con este tipo de arquitectura.

Alardear de ("Jactarse, presumir. Exhibir con vanidad cierta cualidad o circunstancia aunque no constituya un mérito." María Moliner) un dominio sobre la tecnología punta en materia de construcción hace que lo mejor de estos proyectos sea su capacidad para dibujar el detalle.

Y es que uno, forzosamente, ha de fijarse en los detalles ya que los edificios se tapan unos a otros y las perspectivas se desdibujan con la aparición de tenderetes y quioscos.

Esta capacidad para dibujar el detalle es llevada en los adictos al high tech a extremos de virtuosismo.

En el terreno musical el virtuoso es aquél que, al margen de sus capacidades artísticas, posee un dominio extraordinario sobre la técnica de un determinado instrumento (violín, piano,...) En muchas ocasiones el virtuoso está reñido con el artista. Un artista sopesa sus conocimientos y aunque domine la técnica al nivel del virtuoso no tiene necesidad de hacer alarde de ese dominio.

El virtuosismo nunca puede ser una cualificación estética. Una exhibición de proezas en relación a un dominio determinado provoca asombro, impresiona. Me atrevería a decir que se acerca más al circo que al arte (sin que esto sea peyorativo para el circo).

El temor a las altas temperaturas de Sevilla, el deseo de no recurrir a sistemas costosos energéticamente y la ocasión de ofrecer diferentes respuestas a estos problemas llevaron a plantear hasta cuatro soluciones diferentes según la orientación de cada una de las fachadas ; siendo , sin duda, el tratamiento de las mismas, el aspecto que más caracteriza al pabellón británico.

En la solución ingeniosa al problema climático se polariza toda la significación del proyecto. Marcar el énfasis en el alarde técnico del que se dispone para resolverlo se convierte en el sentido primordial de la obra.



DESCRIPCION DE LA ESTRUCTURA:

La estructura de acero tubular, proyectada por Ove Arup & Partners, está articulada con pernos de modo que no sea necesaria la soldadura en obra. Solamente se han construido in situ los cimientos y las losas de hormigón, además del enlosado de la entrada.

El edificio es una caja diáfana de 65 x 38 x 25 metros, con una superestructura formada por dos hileras de pórticos dispuestos a 7,2 m.
Los pórticos se componen de soportes en cercha de tubo de acero sobre los que descansan vigas Warren con cordón inferior de directriz circular.

El arriostramiento transversal se consigue por el empotramiento de los soportes en la losa de cimentación y el arriostramiento longitudinal por medio de cruces de San Andrés en el vano central.

Como ya he dicho toda la estructura se realiza mediante uniones atornilladas con las debidas tolerancias para acomodar dilataciones (3 cm. en las jácenas principales) de modo que las piezas se pudieron traer de fábrica incluso con la pintura intumescente, de color blanco, aplicada.
 
En el taller se suelda y en obra solamente se atornilla.
 

El edificio se había proyectado para que todos sus componentes fuesen prefabricados en Inglaterra y trasladados en barco hasta Sevilla para su montaje ; de modo que "... el edificio también expresa el recorrido geográfico entre la fábrica y el solar" (según sus autores).
Esta estructura define el gran volumen único que sirve de base para los diferentes cerramientos exteriores que responden directamente a las diferentes condiciones climáticas derivadas de su situación (norte, este, sur y oeste). El diseño del edificio pretende moderar estas condiciones antes de introducir cualquier refrigeración mecánica.




Alzado este.









CERRAMIENTOS:

La envoltura del edificio, de forma rectangular, ha sido especialmente concebida para moderar el calor mediante un mecanismo pasivo de energía solar capaz de crear un interior sombreado y fresco.

Como ya he dicho el tratamiento diferenciado de cada una de las fachadas es el aspecto más característico del Pabellón Británico.

La solución más espectacular corresponde al muro cortina de vidrio refrigerado por agua que cierra la fachada Este, orientada a la avenida de Europa y escaparate principal del pabellón. El muro de agua es como una escultura móvil que vista a distancia resulta atrayente y de cerca ofrece dibujos y reflejos constantemente cambiantes.

La pared transparente situada detrás del agua está formada por planchas de vidrio laminado de 2,50 metros de altura y 1,80 metros de anchura, suspendidas a modo de cortina y soportadas en cada junta horizontal por delgados perfiles extruidos de aluminio que absorben los esfuerzos horizontales que ejerce el viento. Estos perfiles están suspendidos de forma independiente por unas varillas de acero inoxidable, de forma que el vidrio no soporta cargas verticales. De este modo se expresan por separado los dos sistemas que permiten el movimiento diferenciado.

El vidrio se fija a las cerchas verticales de perfil tubular mediante anclajes universales (según los principios desarrollados por el ingeniero Peter Rice en edificios como La Ciudad de la Ciencia de París o el propio Museo Reina Sofía de Madrid.

Se trata literalmente de un paño de vidrio suspendido de las cabezas de los soportes principales, que se arriostra mediante maineles horizontales de sección elíptica, a los que se fijan cables y anclajes. El objetivo del diseño era identificar formalmente las diferentes funciones de cada una de las piezas.

La junta entre lunas se cierra con silicona a haces exteriores, lo que junto con las uniones atornilladas del vidrio da lugar a una superficie limpia y sin obstáculos a la caída uniforme del agua.

Desde la coronación del muro el agua se distribuye uniformemente a lo largo de la lámina de cristal mediante cientos de boquillas. Tras deslizarse los primeros 12 metros por la parte exterior de esta fachada de vidrio (de 18 metros de altura) el agua se recoge en un canal de acero inoxidable. Esta caída produce suficiente presión para que el agua salga dirigida desde el canal a chorros libremente hasta el estanque situado 6 metros más abajo . El estanque exterior es ruidoso pero el interior es un espejo liso y tranquilo en el que se refleja toda la estructura de la fachada. Después de caer por una presa de acero inoxidable el agua se bombea otra vez al sistema.

La fachada Oeste está compuesta a base de estrechos contenedores de carga de acero apilados y revestidos con una membrana impermeable y rellenos de agua o arena , de modo que constituye un muro de gran inercia térmica frente al poderoso sol de tarde. Los tanques actúan de la misma forma que las gruesas paredes de las construcciones tradicionales, absorbiendo lentamente el calor durante el día y enfriándose por la noche, moderando así la gama extrema de temperatura con un efecto de circuito compensador térmico. Los tanques son autoestables y están sujetos a las principales columnas estructurales para restringir su posible movimiento lateral.

Las fachadas norte y el interior de la sur se han construido utilizando tecnologías propias de la construcción naval. Están formadas por mástiles curvados de acero con lona de poliéster recubierta de PVC translúcido extendida entre ellos. La fachada sur cuenta además con parasoles que impiden la entrada de la luz meridional. Este método constructivo es rápido y permite completar los testeros del edifico.

La cubierta es la fachada más sencilla de todas : sobre un tablero de chapa plegada que incorpora el aislamiento térmico se dispone una simple lámina de PVC sin pendientes ni sumideros. Cuando el agua embalsada alcanza los 8 cm. de altura rebosa en unas gárgolas perimetrales. La evaporación del agua embalsada produce un notable descenso de la temperatura de cubierta. Sobre ella, unas grandes lamas onduladas forradas de paneles solares proporcionan la energía para accionar las bombas sumergidas en el estanque situado en la base de la fachada este.



Sección longitudinal.

La cara interna del revestimiento exterior es el acabado definitivo, excepto en algunas áreas interiores especialmente equipadas. No existe ningún acabado convencional (que no sea monolítico) que pueda proporcionar la masa de enfriamiento necesaria para el suelo de la entrada. Por ello se dispuso la colocación de paneles de acero inoxidable que transmitiesen la frescura almacenada en la losa de hormigón del suelo, para evitar deslizamientos los paneles llevan incorporados tacos de goma.

Esquemas compositivos.



INSTALACIONES:

Aparte de la instalación de las bombas de agua necesarias para el montaje espectacular de la fachada este, la única instalación digna de mención es la relativa al aire acondicionado del edificio.



El clima interior del edificio se ha modificado en gran medida de forma pasiva ya que el diseño del mismo estaba enfocado a tal fin. Por ello la introducción del aire acondicionado por medios mecánicos se ha limitado a los espacios cerrados de las cápsulas de proyección.

Además se ha tenido en cuenta la comodidad del público ya que no es agradable pasar del calor de la calle a un ambiente muy refrigerado. De una temperatura exterior de 38-oC (a veces hasta 45-oC) se pasa a los 30-oC en que se encuentra el gran volumen del pabellón, para ir descendiendo de temperatura gradualmente hasta alcanzar los 23-oC de las cápsulas interiores. El aire expelido de las cápsulas se recicla y se incorpora al sistema de refrigeración del espacio principal, antes de ser expulsado por el nivel superior a través de unas celosías sensibles al viento.
Las grandes unidades de tratamiento del aire son claramente visibles en la fachada oeste, apoyadas en su estructura.

Concluiré diciendo que el proyecto de Nicholas Grimshaw para el Pabellón Británico de la Expo-92 realmente logra su objetivo. Consigue paliar en su interior las altas temperaturas estivales de Sevilla, consigue impactar al visitante con su despliegue técnico y consigue que al Reino Unido se le identifique con el dominio del high tech. Pero una arquitectura que se queda solamente con el tópico climático para hacer alarde técnico resulta un poco ingenua, o más bien poco ambiciosa. Una resolución al mismo problema, igualmente técnica, pero más discreta, precisaría quizás otro entorno y otro uso.

 



Elena Rojas





Presentación

Elena Rojas se licencia en Arquitectura por la E.T.S.A.B. en enero de 1995.

En octubre del mismo año solicita y le es concedida una de las becas predoctorales para la formación de personal investigador (FPI) (convocadas por el Comissionat per a Universitats i Recerca de la Generalitat de Catalunya), bajo la tutoría de Marcià Codinachs principal investigador del Proyecto que lleva por título:"De la ciudad a la metrópoli".

En la actualidad colabora con la Cátedra de Proyectos VII-VIII que dirige Albert Viaplana en la ETSAB. También coordina el Programa de Doctorado: "Los nuevos instrumentos de la arquitectura" del Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) cuyo responsable académico es Marcià Codinachs.

Origen del documento

En el marco de los módulos básicos del primer año cursado (1995/96) en el programa de doctorado mencionado con anterioridad "Los nuevos instrumentos de la arquitectura" se ha desarrollado el trabajo que se presenta en esta revista.

Estos módulos, cuyos títulos y profesores responsables se detallan a continuación: Entornos (José M-a Torres), Usos (Moisés Gallego-Josep Quetglas) y Tecnologías (Pere Joan Ravetllat), están encaminados a promover una reflexión en torno a estos tres conceptos fundamentales relacionados con la arquitectura.

La arquitectura entendida como alarde tecnológico es un trabajo que se concreta y se concentra en el proyecto del Pabellón Británico en la Expo '92 de los arquitectos Nicholas Grimshaw & Partners.

El carácter temporal del edificio, su ubicación (entorno), su función (pabellón expositivo) y su técnica constructiva (high tech) permiten abordar con rigor los temas objeto de reflexión.










Web Architecture Magazine, Issue 03, November-December 1996. All rights reserved