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AREA DE NO CONFORMIDAD: CIUDAD REFUGIO

Esta página tiene 3455 palabras.
Palabras clave: Proyecto Final de Carrera, Ciudad alternativa


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Ciudad Refugio de 40x40x40 m.
por Javier Villacé.


Memoria
Comentario: Luz más luz, por ANC
Comentario: *****, por Moisés Gallego



SITUACION
Emplazamiento.

Memoria

La Ciudad Refugio es un lugar con sus propias leyes de formación y su propia luz; es una estructura densa, dispuesta para contener una vida potente e imprevisible. Trabajamos a partir de una concepción de la sociedad en que la diversidad y el movimiento son esenciales. La Ciudad Refugio es un mosaico abierto a todos, alienta la formación de pequeñas estructuras alternativas construidas mediante afinidades personales e intereses comunes. Cada persona puede encontrar en la Ciudad Refugio lo que más le conviene, al tiempo que los grupos se benefician de la mezcla de aportaciones diversas. La Ciudad Refugio no impone credos ni normas de admisión. Los vagabundos que pueblan la ciudad, o los viajeros que no se quedan más que unas semanas, son habitantes naturales de la Ciudad Refugio como lo son Rilke o el Joyce de los años de Trieste. La Ciudad Refugio es un laboratorio a disposición de quien quiere usarlo.

La Ciudad Refugio es una probeta de ciudad. Pensamos en la ciudad tradicional, compleja y densa, en la que las funciones se mezclan y conviven, en poco espacio, distintos grados de intimidad. Los mercados y las viejas iglesias son señas de identidad de los ciudadanos, auténticos lugares públicos que albergan la vida en común (es inequívoco que en los antiguos planos de ciudades, el interior de estos edificios se detallase como las calles y las plazas). Las rampas de la Ciudad Refugio y sus plazas, como el patio de talleres o la azotea, montadas unas sobre otras, son lugares públicos de acceso libre que se suman al ajetreo de cada día. Los talleres y las bibliotecas se yuxtaponen a ellos por todas partes y les llevan luz y actividad. Como en Florencia, donde vemos siempre la montaña de la cúpula sobre las casas, sabemos que podemos subir a ella y ver desde allí toda la ciudad.
El solar en el que se sitúa la Ciudad Refugio está en la cornisa de Madrid, en el borde del Parque del Oeste, sobre la Estación del Norte. Es un pinar sobre un terreno con fuerte pendiente orientado hacia el sur, desde el que se divisan el Palacio Real, la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria. La construcción queda exenta, a media ladera, libera el desnivel y da continuidad al parque hasta su borde natural, permitiendo que se perciban el movimiento y la discontinuidad del terreno, en oposición a los bloques lineales que lo ocupan en la actualidad y transforman el final de parque en una trasera. Su trazado se superpone a las caídas y a la vegetación y aparecen patios y zonas comunes en los puntos de contacto entre ambos en un proceso de simbiosis.




B

La forma de la Ciudad Refugio es un tejido espacial apretado que se articula por medio de rampas. Se construye con hormigón armado. Este tejido, según su grado de publicidad, se integra en las rampas, formando extensiones de ellas, o se comprime rellenando los intersticios que quedan entre tramos de rampa y recogiendo el movimiento global del organismo. Trabajamos con esta idea de organismo como totalidad, dentro del cual un tejido homogéneo presenta varios grados de especialización, en oposición a la composición aditiva que caracteriza a la arquitectura moderna (el edificio como suma de plantas, el edificio zonificado que se articula en distintas alas de distintos materiales, etc.). La forma se descubre con las leyes de crecimiento que surgen durante la construcción.


Planta a cota +7,5 m.
La documentacion original del proyecto contiene 16 plantas, en sucesivas secciones horizontales cada 2,5 m.


El sistema de rampas de la Ciudad Refugio se compone de una rampa principal, que recorre toda la construcción desembocando en la azotea, y de tres rampas menores más tendidas y estrechas que dan a tejido mayor precisión y flexibilidad. Al caminar por la Ciudad Refugio encontramos estas bifurcaciones que nos llevan a paisajes distintos, pero que reconocemos de una misma familia. Cualquier sitio en que posamos nuestros ojos, sabemos que hay alguna forma de llegar a él. Podemos estudiar en las rampas la idea de orden que hay en la construcción. Presentan un trazado geométrico preciso que recorre a todo el organismo y unos patrones de relación determinados con los espacios adyacentes; son una ley interna que no necesita ser enfatizada formalmente, y que permite una buena adaptabilidad y posibilidad de variación sin perder claridad. Así, la rampa principal cambia de sección en varias ocasiones, volviéndose más ceremoniosa, o íntima y táctil; su altura libre varía constantemente entre diez metros y dos-treinta; en algunos momentos se funde con los espacios que se incorporan a ella como los depósitos de libros, en otros los atraviesa volando. La luz de las rampas varía de tramo en tramo; las luces rasantes de los primeros tramos, los claroscuros de la zona media, en que las dos rampas y todo el perímetro de la construcción se vuelcan sobre el patio de talleres, hasta la luminosidad aérea de la biblioteca, antes de que la rampa salga a cielo abierto.
Las rampas se construyen con superficies alabeadas de hormigón armado. Su desarrollo es continuo, no hay descansos. Las superficies de las rampas, con sus suaves inclinaciones transversales, son ágiles y acompañan con soltura al movimiento. La rampa principal tiene el interior hueco y por él se canalizan las instalaciones generales de la Ciudad Refugio.
Los tejidos de la Ciudad Refugio se forman mediante variaciones de relaciones y temas sencillos: la celda y el patio (horizontal o vertical) rodeado de unidades menores, las formas de conseguir luz (absorción o refracción) y el grado de publicidad. Estas variaciones alrededor de los lugares elegidos (puerto, patio de talleres, comedor y azotea) y del trazado de las rampas, conforman al organismo.


Sección por el centro SE-NO.


La biblioteca se construye a partir del movimiento contrario de dos rampas (últimos tramos de la principal y superior de las menores). Este movimiento produce un tejido periférico compuesto de una serie de melismas (estudios comunes y depósitos de libros; cuyos suelos son también superficies alabeadas continuas con la rampa principal) que se vuelcan sobre las rampas y las iluminan. La parte alta de la Ciudad Refugio es un bazar lleno de luz y brisa. En el interior de las rampas, un encastre de celdas de estudio y patios de iluminación unidos rígidamente salva, por su gran canto, los dieciocho metros de luz del comedor. El comedor, en la parte más interna y separado de la rampa principal por un deambulatorio, participa del movimiento del organismo por su techumbre, una serie de movimientos en sombra entre las entradas de luz cenital.
En contraste, al patio central, situado bajo el comedor y también en lo más interno de la Ciudad Refugio, el pulso le llega por los cuatro costados; los talleres que lo rodean y las rampas son un diafragma que refracta la luz a través de los trabajos de los habitantes de la Ciudad Refugio. Los patios rodeados de talleres menores se conectan a distintas alturas con esta plaza. El suelo del patio central es cóncavo, una inversión de la curvatura de la cubierta que nos refiere a una sensación primordial de protección. Los talleres se construirán con hormigón y madera para que no sea difícil introducir modificaciones en ellos. Pueden crecer andamios a su alrededor y pintarse con los colores que se empleen en los trabajos que allí se hagan, de modo que su aspecto cambie de continuo y haya una unidad natural de presencia, luz y actividad.


Planta a cota +12,5 m.


En la zona baja de la Ciudad Refugio las rampas se liberan del tejido que las envuelve a medida que penetran en el terreno, llegando al puerto únicamente la rampa principal y los anillos de hormigón (uno perimetral y el otro, doble, interno, que es el que contiene a las rampas secundarias). En los puntos de tangencia de la rampa con el nivel del terreno se forman patios y terrazas (el patio de acceso hacia el parque, el de juegos junto a la guardería, y el de carga y descarga sobre la Estación del Norte).


Sección por SE, perímetro.


Desde la biblioteca hasta los estratos inferiores hay celdas por toda la Ciudad Refugio, formando un tejido conjuntivo yuxtapuesto a los lugares públicos y a las rampas. Esta presencia constante, aunque varíe la densidad en función de la orientación y del grado de especialización de las partes del organismo, favorece el que se mantenga un nivel continuado de actividad en toda la Ciudad Refugio a cualquier hora del día. Las celdas son refugios elementales que constan de una cama, un asiento-ventana y un armario. Se construyen con corcho y madera, ropa y un suelo caldeado de hormigón. Los armarios forman una esclusa a la entrada de cada celda para crear una mayor intimidad, necesaria para una buena vida en común. Las celdas miden en torno a dos metros treinta de lado, aunque esta medida varía de una a otra, dentro del orden general de la construcción que prefiere la variación a la repetición. Las celdas se comunican entre sí mediante sus propios sistemas de pasadizos y escaleras, que se conectan con las rampas en los puntos de tangencia.


Planta a cota +17,5 m.


Los huecos que se abren en la Ciudad Refugio, tanto hacia el exterior como los interiores, surgen de las necesidades de cada lugar, confiando al orden interno del organismo su manifestación física. Así se producen todas esas bandadas de huecos sobre sus superficies, que se integran en los muros sin romperlos, consiguiendo una impresión física de unidad, tanto de los espacios interiores como del cuerpo hacia el paisaje que lo rodea. La azotea es otro centro urbano a más de cuarenta metros sobre el terreno, por encima de los árboles y con la vista libre sobre la ciudad y sus alrededores. Su superficie, llena de huecos, es una sección convexa de un poliedro regular. En ella, desemboca la rampa principal, bajo el cielo, tras cuatrocientos metros de recorrido.


Planta a cota +37,5 m.



Secciones NO, NE, SE, SO.



C

La Ciudad Refugio forma parte de una serie de proyectos que comenzamos en 1991, con la propuesta para la construcción de un Palacio de Congresos y Auditorio en Pontevedra, con Alberto Redondo y Ramón Esteve. En este proyecto empezamos a trabajar con un organismo urbano formado por una serie de lugares públicos construidos en vertical y enlazados por medio de rampas. Tras la Ciudad Refugio, en 1993 hacemos un nuevo proyecto para un centro cultural en Cocentaina, situado en un solar estrecho al borde de la parte antigua de la ciudad; en esta ocasión trabajamos en la integración del organismo en la ciudad tradicional, construida con piedra caliza y ladrillo y terrazas escalonadas. En estos proyectos proponemos otro tipo de relación entre el individuo y la ciudad, una relación que en los últimos años viene haciéndose más insulsa cada vez. Son edificios que admiten usos complejos y que pueden recorrerse de muchas maneras distintas. Probablemente una buena manera de analizar un edificio sea observar qué nos impulsa a hacer. También buscamos en estos trabajos unos principios organizadores sencillos de los que la forma del edificio (estructura, distribución, aspecto, etc.) surja de una manera natural y unitaria.

Javier Villacé

La Ciudad Refugio 40x40x40 m. fue presentada como Proyecto Final de Carrera en la Escuela de Arquitectura de Madrid durante el verano de 1993.








Luz más luz

Cuando uno llega a un país del que desconoce la lengua que allí se habla, recurre al dibujo para hacerse entender, al dibujo y a las pocas palabras que conoce. Uno y otro, dibujo y palabras, se suceden sin narración; habla casi física, que dispone de objetos, y no de historias, uno a continuación del otro, sin llegar a fijar su posición, sin llegar a disolverse en esa continuidad (no existe eso que se llama concordancia entre tiempos verbales, ni pronombres que no sean los sujetos que realizan la acción... ayer + ir + cine, o pescado + plato + silueta humana). Y sin embargo, sólo en contadas ocasiones el dibujo aparecerá como tal; lo que lo sustituye, y equipara, es el acto de señalar. Vamos desplazando nuestro índice no sobre iconos o símbolos sino sobre las mismas cosas; empezamos la frase con el cartel anunciador de la película o tarareando su melodía.
Cualquier proyecto es este país extranjero. Cuando uno es un recién llegado, empieza señalando las cosas que le salen al encuentro, descubriendo sus nombres. Va señalando los trazos oscuros sobre el papel o resiguiendo todos los espacios en blanco; va midiéndose -cuarenta metros son aquel edificio, o alto como algunas palmeras; cuarenta metros pueden ser cuarenta pasos bien dados, holgadamente. Cuando uno llega a un sitio que desconoce puede sorprenderse mirando por la ventana para saber cuánto ha de abrigarse, o intentando rememorar otras luces, otros días, otro calor(SIGMA) Va señalando también las palabras impresas: rampa, enfermería, celdas, talleres...
Pero a veces, durante ese aprendizaje, uno no consigue elaborar la frase que buscaba, o ciertas palabras se le resisten, y no acierta a comprender el matiz que tan irremediablemente las separa.
Entro desde aquí, hay alguien guardando la puerta justo enfrente; dos enfermeras me toman del brazo desde los laterales; recogen mis pertenencias y nos dirigimos al montacargas. Se oye el estruendo de quienes trabajan: soldadores, martillos, sierras... bajamos una rampa, el estruendo rebota contra los muros plomizos, fríos. Estallidos de obús. Me cruzo con dos individuos uniformados, pero tras sus pasos se oye el eco de otros muchos a los que no veo. Entro en una habitación en la que me dan el mismo uniforme que he visto antes. Sala de desinfección: me chorrean. El edificio acaba aquí.


"Los vagabundos que pueblan la ciudad son huéspedes potenciales de la Ciudad Refugio, como también lo son Rilke o el Joyce de los años de Trieste."
El lugar en el que se construye la Ciudad Refugio es inequívoco: Estación del Norte (quizá la única de las de principios de siglo que funciona todavía hoy en Madrid). A partir de ahí ninguno tiene por qué suponer que vagabundos son sólo los que "los fríos expulsan lejos de los arcos de los puentes". Hilberseimer ya había construido toda una ciudad para el hombre de la maleta. Loos había ya advertido del desarraigo del habitante de las ciudades.
L'homme déréalisé fait de son domicile un refuge.


Vean: dibujo un muro de cerca; se abre una puerta; no, la puerta ya estaba abierta; el muro se prolonga en el suelo, se retuerce hasta llegar a un plano inclinado. Ocurre de mañana, el sol entra a mis espaldas; mi sombra se alabea cuando se encuentra con la rampa, que continúa subiendo por mi derecha. Dejo mi maleta en la consigna, y me señalan la recepción: la calle le llevará hasta allí. Les ombres sont un pont sur le fleuve de lumière de la rue. Giro a la izquierda, el techo es ahora bajo y va replegándose cuando subes; llego al final del primer tramo y casi podría tocarlo con los dedos; ya es mediodía; la luz entra fuerte, a través de la siguiente puerta; la luz la atraviesa siguiendo inclinaciones distintas, la atraviesa como a una puerta diamantina. Me acerco; ahora puedo masticar la claridad, de tan espesa; sigue tintilando; la puerta proyecta una luz que se desplaza vertiginosamente; al sabor de la luz se mezcla el de la madera enmohecida, sabor acre, algo gaseoso; arcoiris, y se oyen ya los chorros de agua. Una veintena de hombres dirige sus mangueras hacia el centro de un patio, y hacia abajo; el agua se escurre en espirales hasta el fondo de un plato sopero, de un tazón. La luz va descendiendo y atravesando ventanas por las que se ve a más gente ensimismada, inaccesible. Retrocedo; el sol disminuye su fuerza; sobre las paredes y los techos, cada vez más altos, sombras coloreadas, como si se tratara de quemaduras de resol, en grados diferentes; ses pas éveillent un écho étonnant; suenan campanas y un murmullo de gente moviéndose, cacharrros. Estanterías vidriadas; la luz del crepúsculo, ya anaranjada, las ilumina desde la parte superior; la azotea está cerca; cajas abarrotadas de libros, dispersas por el suelo; alguna mesa; sobre las paredes, placas esmaltadas nos revelan cuál puede ser el contenido de los pocos libros sobre los estantes: mecanismos, hidráulica, árboles y lianas, melancolías, fuego de artificio... Ojeo uno de ellos: orilló los establos, las perreras, las destilerías, los lavaderos, los lugares donde fabrican velas de sebo, matan bueyes, funden herraduras, cosen chaquetas -porque la casa era todo un pueblo resonante de hombres que trabajaban en sus varios oficios- y tomó, sin ser visto, el sendero de helechos que sube por el parque... pero no tienen la creencia a su espalda que tiene que ver con el establecimiento de una nueva institución. El mismo tipo de creencia que hizo al primer monasterio, que hizo los primeros colegios, que hizo el primer hospital. Ese es el tipo de creencia que, una vez establecida, se convierte en una parte inseparable de la forma de vida. Las hojas son irregulares, al igual que las tipografías, como si se tratara de libros compuestos a partir de los desechos de muchos otros; los dorsos están cosidos rudamente; a cada placa le corresponde un color. Un ivresse s'empare de celui qui a marché longtemps sans but dans les rues. Es noche: un campo labrado y luminoso se divisa desde la azotea.


"Con todo el respeto y con el tremendo cambio de escala: dicen que a la vuelta de su primer viaje a Nueva York, Le Corbusier escribió a su alcalde ofreciéndose para tirar toda la ciudad y hacer un cubo que funcionase. Debe tomarse este hecho como de un gran valor." Y sigue, ya en otro proyecto: "un cubo que funcione, pesa mucho."
Ambas pertenecen a las memorias de dos de los proyectos de Alejandro de la Sota.
Le Corbusier llegó en barco a Nueva York. De otro viaje, también en barco, nos cuenta: "he abierto mis maletas, me he instalado en mi casa; me siento dentro de la piel de un señor que ha alquilado una casita." Tras una somera descripción del camarote que ocupa, y unas cuantas sumas y divisiones, imagina el rascacielos como superposición de células a escala humana; "el cubo que funcione", que no es lo mismo que la caja de jabón: cocineros, sirvientes, fábrica de servicios comunes, calle en el aire, etc. (el texto y un par de dibujos indicativos, aparecen en su libro Precisiones respecto... ). La escala humana quiere decir dentro de la piel de un señor cuando llega a su casa (justo ahí comienza la descripción de la vida en el interior de su paquebote), de un caracol cuando se desplaza... siempre en el momento de llegar a algún sitio, como si la vida tuviera únicamente lugar en ese momento del desembarco o del embarco, de la llegada o la salida, del extranjero...
"Todo tranquilo y en su sitio, da mucha paz a las excitaciones normales de quienes viajan por razones de existencia." Las células se parecen a los camarotes, células para los habitantes desplazados (desde el lugar de trabajo, desde otro país, desde cualquier otro punto del cubo... la semejanza, lo habíamos mencionado en el otro escrito, es la mirada del que está fuera, del que se siente extranjero). La casa parte en wagon. La continuidad del viaje está hecha con los parecidos entre el camarote de barco, el vagón de tren, la célula de la Ciudad Refugio; está asegurada por la rampa o calle, que funciona como un tubo digestivo, el único interior de un tejido construido con porosidades.
Para Sota, acompañado siempre por la esfera de Saarinen, el descanso, la inactividad, la reposición de fuerzas y del pensamiento, tienen lugar bajo tierra, en la semiesfera por debajo del plano 0; por encima es donde el hombre desarrolla lo pensado. Para que un cubo funcione, no bastarán todas las instalaciones mecánicas que conviertan en una sola cosa iniciativas distintas (solarium, piscina, salas de gimnasia, paseo enmedio de los verdores del jardín suspendido(SIGMA)). Aparecerá siempre esa parte enterrada o sólida, fuerte, por el uso que lleva consigo, el de ofrecer protección y seguridad a los que alberga, el de proporcionarles un interior terrestre.
Un cubo que funcione pesa mucho. Una fortaleza, un castillo, pesan mucho: toda la tierra que sea necesaria para guarecer los pensamientos de ese hombre, de esa multitud.
Esta rampa pesa mucho; no podría ser de otro modo, aquí no es posible el desamparo.

!Luz, más luz!

ANC

 
MAQUETA 1
MAQUETA 2
Maquetas.

























ALZADO INTERIOR
Alzado interior de la rampa.
























Planta de Cubierta.








Web Architecture Magazine, Issue 02, September-October 1996. All rights reserved